Una piel atópica o con dermatitis atópica (DA) es una enfermedad de carácter prolongado, con probabilidad de cronificar. Se caracteriza por una sequedad severa, la aparición de descamación, picor o comezón, inflamación y enrojecimiento (eritema). Puede evolucionar en forma de brotes atópicos con la aparición de eczemas donde los síntomas son más intensos y localizados. No están claras las causas de la piel atópica ni su tratamiento definitivo. La genética, los climas fríos y la vida en ciudades con alta contaminación ambiental son algunos de los factores de riesgo a padecerla. En las épocas de brotes o eczemas atópicos, se da un incremento en la intensidad de los síntomas, que altera considerablemente la calidad de vida de las personas afectadas, de manera que pueden provocar insomnio, intranquilidad, nerviosismo e incluso complejos psicosociales. El tratamiento de los síntomas en estas fases de la enfermedad es imprescindibles. Con un tratamiento adecuado se reducen los síntomas y se mejora considerablemente el día a día con la enfermedad, hasta dejar de suponer una molestia para quien la padece. En los últimos años se ha visto incrementada la incidencia de piel atópica. Según la Asociación Española de Pacientes y Familiares con Dermatitis Atópica (ADEA), actualmente la sufre un 20%-30% de los niños menores de 5 años. Esta misma asociación señala como factores de riesgo la mayor edad de las madres en el momento de concebir, la creciente contaminación, el tabaquismo durante el embarazo, los cambios ambientales en las zonas urbanas y, en general, el estilo de vida occidental. También podría afectar a los menores su sensibilidad a los alérgenos, pólenes y ácaros cuando hay una exposición temprana a estos. La piel atópica tiene un déficit en la hidratación y la función barrera que protege la piel, causada por la ausencia de lípidos de barrera, como los ácidos grasos esenciales (omega). Una función barrera débil conlleva más propensión a sufrir infecciones por la acción de agentes externos. La piel atópica está seca y pica, lo que lleva a rascarse y a dañar todavía más la barrera protectora, con ello las capas profundas de la piel quedan más expuestas y son sensibles a infecciones por agentes externos. Estas infecciones provocan nuevamente picor y se reinicia un ciclo de rascado y daño de la piel, este ciclo se conoce con el nombre de “ciclo de la piel atópica”. Se desconoce el tratamiento definitivo de la dermatitis atópica, pero existen factores que incrementan el riesgo a padecer brotes. Durante el invierno y la primavera la piel atópica es mucho más sensible y corre mayor riesgo de la aparición de eczemas. El mantenimiento de la hidratación y las funciones normales de la piel son imprescindibles para la prevención de brotes. Si, pese al uso de productos específicos, no podemos evitar los brotes y eczemas, existen tratamientos concentrados con potentes activos antiinflamatorios que nos aliviarán de forma inmediata la sensación de quemazón y picor, y evitarán el rascado. HidraCalm Plus 100 ml es un producto natural con una elevada concentración de extracto purificado de regaliz que ha demostrado en estudios clínicos una reducción significativa de la irritación y el eritema. El alivio y la calma que nos aporta a la piel se nota rápidamente. Algunos estudios han comparado la eficacia del extracto concentrado de regaliz con los corticoides, que son medicamentos muy eficaces pero con importantes limitaciones a considerar tanto en la duración del tratamiento como en sus efectos adversos a largo plazo, o en pieles muy sensibles y finas. El extracto de regaliz nos aporta una eficacia muy elevada sin los problemas derivados del uso de corticoides. En el manejo de la dermatitis atópica es importante contar con un producto preventivo como HidraCalm 200ml, que podamos usar a diario; y disponer de otro producto reservado para las crisis o brotes más fuertes, como HidraCalm Plus 100m, de manera que se tiene la seguridad de poder controlar cualquier situación inesperada que surja en la piel atópica. Los eczemas, las irritaciones y los enrojecimientos son reacciones del sistema inmunitario a agentes externos. El uso de productos con ingredientes calmantes y activos con propiedades antiinflamatorias es esencial para el tratamiento de la dermatitis atópica en los más pequeños. Los aceites corporales con propiedades calmantes son de gran utilidad para bebés y niños, aportan calma, protección e hidratación a la piel. Los masajes al bebé son un buen momento para fortalecer el vínculo bebé-madre, esta rutina diaria es muy gratificante para la criatura y se recomienda convertirla en un ritual de cuidado de la piel atópica.Cuidado de la piel
La piel atópica
Síntomas y causas
Es habitual detectar estos síntomas durante los primeros años de edad. La mayoría de los casos de dermatitis atópica (DA) se presentan antes de los 5 años. En los adultos es menos frecuente, pero puede verse incrementado por factores como el estrés o el nerviosismo.
Existen factores que no son desencadenantes de dermatitis, pero pueden incrementar sus síntomas, algunos de estos factores son las alergias alimentarias y ambientales (polen, ácaros…), el uso de tejidos poco transpirables, productos de cuidado personal con ingredientes tóxicos (como el formaldehido), el sudor excesivo y el tabaquismo.Tratamientos y soluciones
Es fundamental el cuidado diario de la piel, empleando productos hidratantes y emolientes para mantener las propiedades estructurales y de barrera protectora de la piel. Se recomienda el uso de productos con ácidos grasos esenciales (omegas, vitamina f), manteca de karité y aceites naturales que restauren la función barrera y mantengan la hidratación de la piel. Los productos con ingredientes calmantes y función antiinflamatoria ayudan a reducir la sensibilidad dérmica y a prevenir los brotes. La caléndula y la regaliza son los dos activos naturales con mayor poder antiinflamatorio que se conocen. Hay estudios que relacionan el faradiol éster, un triterpeno de gran eficacia del extracto de caléndula, con la elevada capacidad antiinflamatoria del producto.
En el ámbito pediátrico
La piel de los bebés y niños es más fina que la de los adultos y la función protectora o de barrera es más limitada. Por otro lado, el sistema inmunitario del bebé se está terminando de constituir y fortalecer en sus primeros años de vida, así que las reacciones inflamatorias a agentes infecciosos externos pueden ser de mayor afectación.
Algunas recomendaciones